Este verano no se derriten los helados

Según Ángel Vicente, experto heladero, los españoles suelen asociar el helado al verano.

En España este verano no se derriten los helados, la relación entre el helado y el verano es casi simbiótica. Sin embargo, en Vitoria-Gasteiz, la capital alavesa, las atípicas temperaturas veraniegas con cielos encapotados, frío persistente y una notable ausencia de calor, suponen un inesperado y significativo revés para el sector de las heladerías. Esta situación ha puesto de manifiesto la arraigada asociación cultural del helado con el buen tiempo, una conexión que, según los expertos, limita su consumo fuera de los meses estivales.

El helado, un producto asociado al calor.

Ángel Vicente, propietario de la reconocida heladería Angelato, resume la situación con una clara frustración: «Desgraciadamente, el helado se asocia al calor; y, como este año no hemos tenido verano, comparando este periodo con el mismo de otros años, sí que se ha notado un poco la bajada de clientela». Esta declaración subraya la vulnerabilidad del negocio ante las fluctuaciones climáticas, evidenciando que un verano frío se traduce directamente en una disminución de las ventas y, por ende, de los ingresos.

Vicente, un profesional que perfeccionó su arte en la prestigiosa Carpigiani Gelato University, compara la situación española con la de países nórdicos. Allí, el consumo de helado es considerablemente mayor y constante durante todo el año, porque «no se asocia con el calor, sino con la gastronomía». Esta distinción es clave: mientras que en España el helado es predominantemente un refresco estival, en otras culturas se valora como un postre sofisticado o un ingrediente culinario en cualquier estación. Esta diferente percepción es la razón por la que Angelato, de manera estratégica, cierra sus puertas en enero y febrero, los meses de menor demanda en Vitoria.

Un verano catastrófico

Ramón Breda, de la histórica Heladería di Breda, fundada por su padre Antonio Breda, comparte plenamente la perspectiva de Vicente, la de que este verano no se derriten los helados. Breda no duda en calificar este verano como «catastrófico» para el sector heladero. Coincide en que la falta de calor ha sido un factor determinante en la caída de las ventas, pero añade una capa adicional de complejidad: el impacto de la COVID-19. La pandemia, con sus restricciones y la incertidumbre económica, ha exacerbado una situación ya de por sí complicada por el clima, afectando el ocio y el consumo fuera del hogar. Al igual que Angelato, la Heladería di Breda también baja la persiana durante los meses más fríos del año, una medida que, en un verano atípico como el actual, adquiere aún más sentido.

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